Sello de Calidad CCM: Mejorando la Formación Técnica de Chile
Diciembre 21, 2018
Como un círculo virtuoso que poco a poco va mostrando sus resultados, la iniciativa del Consejo de Competencias Mineras (CCM) es un precedente en nuestro país y un referente para los distintos sectores productivos.
La Formación Técnico Profesional (FTP) está tomando cada día más fuerza en Chile, como un tipo de educación que tiene foco en el desarrollo de aprendizajes especializados y aplicados, con el objetivo de que las personas puedan desempeñarse de manera directa en el mundo productivo.
En Chile, al igual que muestra la tendencia mundial, es posible observar un giro en cuanto a interés y preocupación de los diferentes actores respecto a este tema. En los últimos Gobiernos se han desarrollado políticas públicas que están orientadas a fortalecer la FTP, destacando las características propias de este tipo de formación, como por ejemplo: su cercanía al mundo productivo, el uso de nuevas tecnologías y fomentar el aprendizaje a lo largo de vida.
Como consecuencia de lo anterior, podemos visibilizar iniciativas como la conformación de la primera Secretaría Técnico Profesional dentro del Ministerio de Educación, la elaboración de una Política Nacional de Formación Técnica, la creación de Centros de Formación Técnica Estatales, el desarrollo de un Marco de Cualificaciones TP y la inclusión de estudiantes de instituciones de educación superior técnico profesional como beneficiarios de la gratuidad, entre otras acciones.
De esta forma, respetando las características, condiciones y contextos de los diferentes niveles formativos, la formación técnica comienza a posicionarse como una opción válida y eficaz para el desarrollo y crecimiento de las personas en nuestro país. Sin embargo, estos esfuerzos políticos y sociales, no podrían generar el impacto esperado sin la participación y presencia del sector industrial, quien es el principal informante sobre las competencias y habilidades con las que debe contar el capital humano que posteriormente va a recibir en sus empresas. Son las empresas quienes se encuentran en constante exigencia de actualización de tecnologías, innovaciones y recursos, transformándose en el actor más adecuado para orientar sobre cuáles son las tecnologías que deben ser utilizadas en el ámbito de la formación de los futuros trabajadores.
Para lograr lo anterior, el Consejo de Competencias Mineras (CCM) lleva 6 años aunando los estándares laborales y levantando información respecto a las competencias mineras críticas para los procesos de producción. Asimismo, el CCM definió los estándares mínimos que deben resguardar las instituciones de formación, que ofrecen programas orientados a proveer capital humano para la minería, tanto a nivel de pertinencia como de procesos de implementación y condiciones de infraestructura y equipamiento, reconociendo este esfuerzo con el “Sello de Calidad CCM”.
“Para nosotros ha sido una gran experiencia el trabajar con el CCM, porque nos permite integrarnos con la industria y acercarnos a las necesidades de la minería, para poder entender cómo es la lógica del sector en términos de formación, la tecnología que se tiene que usar, maquinaria, etc. Además, para nosotros ha sido fundamental conocer un Paquete para Entrenamiento estándar, un Marco de Cualificaciones definido, porque es muy enriquecedor contar con esos materiales. Esto es muy poderoso, porque muestra una industria que está de acuerdo con lo que se requiere en estos ámbitos”, recalcó Patricio Leiva, Gerente Comercial de Automóvil Club de Chile.
El Sello de Calidad CCM reconoce los programas de formación pertinentes y de calidad, informando a los diferentes actores involucrados, su cumplimiento de los estándares de la industria minera, siendo esta información de utilidad tanto para futuros estudiantes -que deben optar por un programa u otro-, como también para las empresas al momento de seleccionar a sus trabajadores y contratar capacitación para sus empleados, cerrando y evidenciando el círculo virtuoso del alineamiento entre la industria y la formación.
Además, el Sello de Calidad CCM genera impacto en el mejoramiento de los procesos formativos de los programas, empujando una movilización hacia la calidad en las cuatro dimensiones que éste sistema evalúa; Diseño (pertinencia), Implementación, Infraestructura y Resultados.
Actualmente hay 24 programas de formación que han evidenciado ante el CCM su cumplimiento con los estándares propuestos por la industria minera, obteniendo el Sello de Calidad CCM. De estos, 21 programas corresponden a programas de capacitación en OTEC y 3 corresponden a carreras técnicas de educación superior. A esto se suman 8 programas que están en proceso de obtención de Sello.
A la fecha, los procesos de auditoría inicial, retroalimentación de mejoramiento y auditoría de cierre han permitido ajustar la pertinencia de estos programas, sus metodologías de enseñanza aprendizaje, la infraestructura y tecnología al servicio de la formación, así como las cualificaciones de sus instructores.
De los 24 programas de formación con Sello de calidad CCM, 15 han debido ajustar su perfil de egreso para alinearse a las cualificaciones mineras; 16 programas han mejorado el diseño de su sistema de evaluación por competencias; 16 programas han perfeccionado la manera en que realizan la convocatoria y difunden las características de trabajo en la industria minera; 11 programas han alineado a sus instructores respecto al modelo de competencias del Marco de Cualificaciones Mineras. Finalmente, cabe destacar que 18 programas han implementado mejoras a sus sistemas de retroalimentación y aseguramiento de la calidad. En cuanto a infraestructura y equipamiento se puede mencionar que las instituciones que se presentan a Sello, en su mayoría cuentan con las condiciones adecuadas, sin embargo, se observan 7 programas que debieron alinear su señalética de seguridad acorde al estándar de la industria minera.
De esta manera, es posible confirmar que las herramientas desarrolladas por el Consejo de Competencias Mineras impulsan el mejoramiento de la calidad en la formación técnica, incentivando a las instituciones a movilizarse para cerrar sus brechas respecto a los estándares de calidad definidos por la industria.