Por Natalia Morales, gerenta Consejo Competencias Mineras, y Vladimir Glasinovic, director Programa Eleva (Alianza CCM-Eleva)
En un mundo marcado por la constante búsqueda de igualdad de oportunidades, la formación técnica profesional (TP) emerge como un catalizador poderoso para la movilidad social. Sin embargo, durante mucho tiempo, la educación científico-humanista ha sido el enfoque más valorado y promovido, dejando de lado el gran potencial transformador de las especialidades y carreras técnicas.
Una de las principales fortalezas de la formación TP radica en su accesibilidad, -hoy más de 700 mil jóvenes (Mineduc) estudian alguna especialidad en la educación media y superior, incluyendo múltiples liceos, cfts e IPs. A diferencia de los programas universitarios que a menudo requieren una inversión significativa de tiempo y recursos, la formación técnica suele ser más acotada en su duración y más económica. Esto significa que personas de diversos orígenes socioeconómicos, como también personas de distintas edades, hombres y mujeres, hoy tienen la oportunidad de acceder a una educación de calidad que puede impulsar sus perspectivas laborales y mejorar su calidad de vida.
Para que esto efectivamente suceda se requiere un vínculo permanente y cercano entre las instituciones de formación y los sectores productivos, como lo es la minería, de modo de conocer cuáles son sus necesidades en materia de capital humano y que las futuras generaciones se formen en respuesta a esta demanda.
El Estudio de Fuerza Laboral de la Gran Minería Chilena 2023-2032, realizado por la Alianza CCM-Eleva, evidenció que se necesitarán más de 34 mil nuevos talentos para la próxima década, de los cuales el 75% se concentrará en perfiles técnicos como son las y los mantenedores mecánicos y eléctricos, supervisores de mantenimiento, operadores de equipos móviles y equipos fijos. Esta realidad se ha mantenido vigente a lo largo de los últimos años, donde existe una gran oportunidad para miles de jóvenes, hombres y mujeres, que buscan entrar al mundo laboral o incluso reinventarse.
En esa línea, el Marco de Cualificaciones Técnico Profesional, específicamente su poblamiento para la industria minera desarrollado en el año 2013, es una herramienta que se ha convertido a lo largo de los años en un referente para otros sectores y para el mundo de la formación TP, sirviendo de base para el desarrollo para este tipo de formación en el Ministerio de Educación. Esta iniciativa ayuda a la disminución de brechas en la formación para el trabajo, mejorando su articulación con el mundo productivo, a través de una plataforma de desarrollo y transferencia de capacidades a nivel individual, institucional y territorial.
La formación técnica abre las puertas del progreso y la prosperidad para personas en todos los ámbitos de la vida. La educación TP desempeña un papel fundamental en la construcción de un futuro más justo e inclusivo para todos.